El cierre del gobierno se avecina mientras el GOP está dividido, en juego la influencia de Trump y Musk.

El cierre del gobierno se avecina mientras el GOP está dividido, en juego la influencia de Trump y Musk.

Washington enfrenta una inminente paralización del gobierno, ya que 38 republicanos se unieron a los demócratas para rechazar un plan de financiamiento, lo que plantea dudas sobre el liderazgo.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

En un giro dramático de los acontecimientos, Washington se encuentra al borde de un cierre gubernamental, ya que 38 republicanos de la Cámara se alinearon con casi todos los demócratas para rechazar un plan de financiamiento del gobierno promovido por el presidente electo Donald Trump y el empresario multimillonario Elon Musk. Con el reloj corriendo hacia una fecha límite a medianoche, las apuestas nunca han sido tan altas, lo que plantea preguntas urgentes sobre la dinámica de liderazgo dentro del Partido Republicano. El paquete de financiamiento rechazado, que buscaba suspender el límite de endeudamiento del gobierno hasta 2027, fue caracterizado por algunos republicanos como una expansión imprudente de la deuda federal. “Tomar este proyecto de ley y congratularse porque es más corto en páginas, pero aumenta la deuda en 5 billones de dólares, es absurdo,” declaró el representante de Texas Chip Roy, reflejando los sentimientos de una facción del partido que se opone firmemente a un mayor endeudamiento. Trump, quien contaba con la legislación para facilitar sus ambiciosos planes de recortes de impuestos y aumento del gasto en seguridad fronteriza, expresó su preocupación por las posibles repercusiones del proyecto de ley rechazado. Acudió a las redes sociales para abogar por un aumento del techo de la deuda, sugiriendo que preferiría que tal movimiento ocurriera bajo la administración del presidente Biden para desviar las críticas de su propio partido. A medida que se desarrolla la crisis, reina la confusión sobre quién tiene el control del poder dentro de las filas republicanas. El demócrata de Maryland Jamie Raskin expresó la incertidumbre, cuestionando si las negociaciones deberían dirigirse hacia el presidente de la Cámara, Mike Johnson, Trump o Musk. La ambigüedad en torno a los roles de liderazgo ha llevado a especulaciones sobre la posición de Johnson como presidente de la Cámara, sugiriendo que su autoridad podría estar en peligro. La influencia de Musk, una figura no electa, ha levantado cejas, con algunos demócratas refiriéndose a él como “Presidente Musk.” Su posible impacto en las negociaciones legislativas ha suscitado críticas, con preocupaciones de que sus tácticas empresariales agresivas podrían interrumpir discusiones esenciales y llevar a repercusiones políticas para los legisladores republicanos que se atrevan a oponerse a él. La corporación estadounidense ahora se encuentra atrapada en el centro de esta turbulencia política. Los CEOs, optimistas sobre la economía de la era Trump y las perspectivas de desregulación, enfrentan un panorama lleno de incertidumbre. Un posible cierre gubernamental podría desestabilizar los mercados, con inversionistas que ya muestran signos de angustia en medio de altas tasas de interés y presiones inflacionarias. El S&P 500 ha visto una notable disminución, y los economistas advierten que el crecimiento del PIB podría caer significativamente si se materializa el cierre. En un contexto más amplio, las repercusiones de un cierre gubernamental podrían tener implicaciones de gran alcance para las estrategias fiscales de Trump. El aumento de las tasas de interés puede obstaculizar sus ambiciones de reformas económicas expansivas, complicando el panorama tanto para los futuros propietarios de viviendas como para los líderes corporativos. A medida que el reloj avanza hacia la fecha límite del cierre, la situación sigue siendo fluida. La capacidad del gobierno para operar depende de un compromiso de última hora que parece cada vez más esquivo a medida que se profundizan las divisiones ideológicas. El drama que se desarrolla no solo pone a prueba la resiliencia del Partido Republicano, sino que también ofrece un vistazo a los desafíos que enfrentan los líderes corporativos al navegar en un entorno político impredecible. Todas las miradas estarán puestas en Washington mientras continúa la cuenta regresiva, con las implicaciones de esta crisis resonando mucho más allá de los pasillos del Congreso.

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